Confesiones

16.05.2012 20:31

 

Querido diario:

 

No me atrevo a entrar en detalles sobre como fue mi primera vez, simplemente mágica.

Cuando me levanté de su lado, sentí el aire frío rozar mi piel y noté como me erizaba. Era la primera vez que estaba completamente desnuda ante alguien, el sonrojo envolvió mis mejillas.

No me arrepentía del momento vivido, las sensaciones excitantes de la unión de nuestros cuerpos. No se trataba de amor claramente, era ese deseo envolvente de la juventud, la necesidad de las caricias y los besos; dejándose llevar por el ardor y la pasión.

Lo miré y le robé un beso, mientras miraba alrededor  buscando mi ropa.

Mientras me vestía pensaba en lo excitante de lo oculto, del momento y del lugar... no quería imaginar la cara de mis familiares.

Aún tenía en el cuerpo las sensaciones presentes, no había conocido el placer hasta ese momento de mi vida. Agradecía que el frío mantuviera a la gente en sus casas, así no habían oído los gemidos que no pude evitar salieran de mis labios.

Suspiré satisfecha, aún sin atreverme a mirar a mi amante a los ojos.

Cuando me colocaba la ropa tuve que pedirle ayuda para que amarrara mi corsé, no acostumbraba vestirme sola; siempre tuve a mi aya para que me ayudara en esos menesteres.

Terminé de colocarme el vestido y lo miré de reojo, él ya estaba completamente vestido, el verlo aún así con ropa volvía a despertar en mí el deseo de estar entre sus brazos y eso no ayudaba a que el sonrojo se fuera de mis mejillas.

No quise decir nada, las palabras sobraban entre él y yo.

No había promesas de por medio, era simplemente disfrutar el día a día y si se daba una entrega así, yo más que feliz.

 

Querido diario:

 

Estaba distraída en la taberna cuando llegó y me abrazó por la espalda, inmediatamente sentí los escalofríos recorrerme, me encantaba cuando sus labios se posaban en mi cuello.

Me giré y lo besé, con entrega y pasión. Lo abracé y acaricié llevándolo hacía la mesa.

Me recosté ahí mientras quitaba mis ropajes y recorría mi cuerpo con sus labios, dándome un placer inimaginable.

Lo envolví en un abrazo con las piernas atrayéndolo hacía mí. Quité su camisa y me entregué, con lujuriosos besos, ardientes caricias y gemidos de placer, hicimos el amor una vez más.

Disfrutando fuimos apropiándonos del cuerpo del otro, tocando puntos de placer que hacían el íntimo encuentro un momento inolvidable.

Mis labios juguetones reconocían sus formas, mientras mis manos dejaban huellas por su espalda.

Era un momento íntimo en que no pensé en nada ni nadie, una entrega pura y llena de profundo deseo.

Cuando acabamos me vestí notando sus ojos en mi cuerpo, una sonrisa se posaba posaba en mis labios, nada más agradable que aquella mirada de admiración y deseo recorriéndome.

Mí día continuaba normal, pero aquellas sensaciones imborrables quedaban marcadas en mi cuerpo, en mi piel, en mi mente y eso hacía que estuviera de un ánimo mejor que el de costumbre.

 

Querido diario:

 

Hoy fue mejor que otros días el encuentro esporádico con mi amante... sus manos diestras pasando por mi cuerpo, apenas rosando mi suave piel, mientras mis uñas dejaban delicadas marcas en la piel de él.

Su cuerpo y el mío hundiéndose en un abismo de placer, con los movimientos subiendo en intensidad, llevándome a grados de loco placer con cada encuentro de su cuerpo contra el mío.

Entonces cuando me tenía al borde del climax mis labios pronunciaban su nombre, con la respiración entrecortada:

-tu m'hai portato alla follia, amore

Luego de alcanzar un placentero orgasmo me gustaba besarle con dulzura.

 

Querido diario:

 

No sabes como me enloquece su mano bajo mi ropa, subiendo por los costados y recorriendo con el dedo los bordes de mis pechos, lentamente, mientras me susurra al oído, con ese tono que me desarma; extiende la palma sobre mi pecho, masajeándolo suavemente y yo ahogo un gemido.

La forma en que nuestros cuerpos se acoplan haciendo eco de nuestros más íntimos deseos, una entrega desenfrenada de placer.

Lo nuestro no tiene nombre ni fecha, así que lo aprovecho mientras dure, entregándome por completa a él.

Llevo mis labios por su torso apropiándome por un instante de su ser, su cuerpo cálido a mis labios se estremece cuando me siente y eso sube mi deseo, continúo recorriéndole con los labios como un juego.

Pone un dedo bajando por mi escote y quitando un poco la ropa, mientras detrás del dedo baja rozando con los labios, llegando a mis pechos y me mira travieso.

Le animo con una sonrisa y volvemos a envolvernos en el calor de la ardiente pasión.

 

Querido diario:

 

No dejo de pensar en él, no se cuanto durará ni como acabará, se que es algo libre. Por eso cada vez que lo veo dejo que la pasión nos consuma y lo disfruto a pleno.

Su forma de tocarme, su encanto seductor, la forma en que se mueve cuando posee mi cuerpo, simplemente es apasionante.

Con el correr de los días y la intimidad ya no me averguenza verlo desnudo aunque aún los colores invaden mi rostro cuando él me mira.

Sus manos ágiles, su roce de la entrepierna contra mi, sus labios que besan de manera perfecta, hacen que me pierda...

 

...Y acabó, no fue un día o una hora determinada, no fue un momento o una palabra. Será que la pasión no es eterna. No busco explicaciones ni intento entenderlo.

Quemaré las hojas de mi vida aquellos días placenteros y olvidaré pronunciar su nombre, aunque en el fondo lo recordaré como lo maravilloso que fue.